Vamos a quedarnos en silencio, mejor. Las cenizas de la sombra de la luna me persiguen, y cuanto más corro, más rápido me persiguen. Si te miro así con estos ojos, es porque después de todo al final sigo estando solo. Aunque no tan solo como esperaba... Pero al final todo lleva a mirarte a ti. Tu puedes mirarme de reojo, yo me comportaré con complacida indiferencia. Creí incluso que se me humedecían los ojos, pero no, yo no hago esas cosas, yo no siento esas cosas. A veces mis emociones no terminan de subir desde más allí de debajo de mi cintura. ¿Dios por qué no escribí esto antes? Ya no recuerdo nada y no hago más que escribir líneas sin sentido. La conciencia gana la partida a las cenizas de la sombra de la luna y acaba alcanzándome. No miro directamente al espejo por si aparece en el las tinieblas del fuego que recogen mis cenizas propias. Todo son porqués ahora, antes eran cuandos, y seguramente seguirán siempre siendo cuandos. Lo admito, mi capacidad para vivir es despreciable, y mi sentido crítico admirable. En su conclusión, la forma que toma mi conducta está para que me maten.
Hacomar Diepa Perdomo.
Les petits aviateurs qui rêvent. RMT.